CAPÍTULO 251. Tres caminos rotos.

Capítulo 251

Tres caminos rotos.

El dolor llegó distinto esta vez. Teresa lo supo antes incluso de gritar.

No fue una contracción más intensa, ni un espasmo largo. Fue una presión interna, profunda, como si algo dentro de su cuerpo hubiera decidido empujar sin pedir permiso. El aire se le quedó atrapado en la garganta. Sus dedos se crisparon sobre la sábana húmeda de sudor.

—No… no… —susurró, sin saber a quién.

La habitación era un cubo gris, sin ventanas. El reloj digital sobre la pared marcaba una hora que ya no significaba nada. El calor era sofocante, pero Teresa temblaba. Sentía la piel arder desde adentro. Fiebre. Lo sabía porque el mundo empezaba a doblarse, como una imagen mal enfocada.

La siguiente contracción la hizo arquear la espalda.

Gritó.

Saira se levantó de un salto desde la silla metálica junto a la cama.

—Teresa —dijo, firme, aunque el corazón se le había subido a la garganta—. Mírame. Respira conmigo.

Pero Teresa no la miraba. Tenía los ojos vidriosos, perdidos en a
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