CAPÍTULO 249. Un proyecto que debe ejecutarse.
Capítulo 249
Un proyecto que debe ejecutarse.
La noche en el hospital no tenia ese silencio habitual de todos los días, era un ruido contenido, como si el mundo entero contuviera la respiración.
Los pasillos tenían la luz justa, las máquinas pitaban con paciencia mecánica y, de vez en cuando, llegaba el murmullo de una voz o el roce de una camilla. Para Julián, esas horas eran las peores: pocas distracciones, muchas manos vacías dentro de la cabeza.
El llanto del bebé lo despertó antes del amanecer. No era un llanto desesperado, pero sí persistente, como quien reclama una atención que no entiende del todo.
Julián se incorporó con esfuerzo. Le dolió. Le ardieron las costillas. Le temblaron las piernas. Pero logró llegar hasta la incubadora.
Tardó mucho más de lo que habría querido. Tuvo que usar la mesa, la baranda y hasta el estante para sostenerse en ese recorrido corto que le supo a maratón. Cada paso era un tirón doloroso. Cada movimiento, un recordatorio de lo cerca que había es