Adrián soltó su agarre, sin darse cuenta de que había herido a Lyra.
—¡Perdóname, Lyra! Solo quería evitar que se esparcieran rumores sobre una relación especial entre tú y Raffael. Eso podría complicarte las cosas —explicó Adrián.
—Está bien, lo entiendo. Pero por favor, no vuelvas a ser tan brusco, porque entonces empezaré a tenerte miedo, Adrián —respondió Lyra antes de marcharse. La joven se dirigió al ascensor y luego al despacho de Raffael.
Tal como sospechaba Adrián, ese día Lyra se convirtió en el centro de las conversaciones entre las empleadas de la empresa.
Más aún considerando que Raffael era el único heredero de los Marino que aún no se había casado.
—¡Seguro que esa mujer es la novia del señor Raffael, disfrazada de secretaria!
—Claro que sí. Los ricos siempre hacen lo que les da la gana. No es de extrañar que la antigua secretaria del señor Raffael ahora trabaje con el señor Dante.
Al mediodía, Adrián volvió a ver una escena que lo inquietó.
Durante la hora del almuerzo