Lyra se escondió rápidamente llevando consigo la foto que tenía escrita la dirección en el reverso.

Raffael entró en la habitación y se sentó un momento en el sofá que había allí. El hombre parecía estar alterado.

—Estoy seguro de que Lyra conoce a Elia. Recuerdo perfectamente su expresión al mirar la foto de Elia —dijo Raffael mientras observaba una por una las fotos que había en el lugar. Luego, hizo lo mismo que Lyra había hecho.

Abrió cada armario con la esperanza de encontrar alguna pista sobre Elia.

Hasta que Raffael notó una sombra detrás del gran armario cerca de la otra puerta de salida de la habitación.

Movido por la curiosidad, se acercó lentamente para inspeccionarlo.

—¡Dios mío! —exclamó Lyra sorprendida.

—¡Lyra! ¿Cómo es que estás aquí? —preguntó Raffael, desconcertado.

Lo que Raffael se preguntaba era cómo Lyra había logrado entrar al palacio Marino sin alguien de adentro, ya que la puerta de seguridad, custodiada por muchos guardias, no permitiría el ingreso de nadie s