A kilómetros de allí, en un callejón oscuro y helado de Manhattan, Blake se encogía de hombros, temblando.
— ¡Qué horror! ¡Todavía puedo oír las sirenas de la ambulancia a esta distancia! — Intentó cubrirse las ojeras con el gorro de lana que llevaba. La impresión del accidente lo había dejado en shock.
— ¡Isaac quedó muy maltrecho! — dijo con angustia.
Blake no estaba seguro de si el fiscal sobreviviría, la escena del choque era una verdadera carnicería. Los Bomberos habían tenido que destrozar el coche con las herramientas hidráulicas, el estruendo del metal siendo cortado fue ensordecedor.
Solo después de cortar la estructura del auto, los paramédicos pudieron sacar a Isaac, quien ya estaba inconsciente y muy malherido. Solo así los paramédicos pudieron liberarlo y subirlo a la camilla e inmovilizarlo.
Blake sintió que las piernas se le rendían, no había sangre visible sobre su ropa que él pudiera ver desde la distancia donde estaba escondido, pero su mente no podía borrar la image