Tariq se separó de ella con el rostro bañado en sudor y se enderezó el traje arrugado.
— Tengo que irme — Sus palabras salieron entrecortadas.
Eleanor se agarró a su cuello, sus labios hinchados, sus ojos ardían con una mezcla de humillación y deseo.
— ¿Vas a ir a besar a Zeina con el sabor de mi boca todavía en tus labios? — lo desafió.
Tariq sonrió, una sonrisa sin alegría.
— Ella solo saboreará su regreso a Dubái, Eleanor. Tú eres el único sabor real que quiero probar. — Él le acarició la mejilla con un toque fugaz de ternura.
— Te prometo que te protegeré. Estás a salvo aquí. No salgas por nada.
Tariq salió corriendo del hangar lamentándose por no haber podido quedarse un poco más y disfrutar de su breve momento de intimidad con la mujer que había descubierto como quitarle el aliento.
Se sintió culpable, no quería engañarla ni usarla, ella era su esposa pero solo por un maldito acuerdo, su relación no era real. Además, habían roto todas las clausulas acordadas en el contrato, empez