El sedán continuó su camino, la lluvia un murmullo constante contra el cristal. Elena, abrumada por la revelación de Lucas, se sentía como si el mundo se hubiera vuelto del revés. No era solo una testigo; era la llave para desmantelar una red criminal internacional. Y esa clave, según Lucas, estaba en un detalle que solo ella conocía: la operación del "Barco Fantasma" en el puerto de Londres. La ironía era cruel. Ella, una abogada que había huido de su pasado en esa ciudad, ahora se veía arrastrada de nuevo a sus sombras por un secreto que llevaba consigo.
Lucas seguía conduciendo con la misma concentración silenciosa, sus ojos escudriñando la oscuridad más allá del alcance de los faros. El aire en el coche era denso, cargado de la tensión del peligro y el peso de su historia compartida. Elena no se atrevió a romper el silencio, consciente de que cualquier palabra banal sería un insulto a la gravedad de la situación.De repente, el teléfono de L