Luciana, regresó a su suite. La luz del sol de la tarde caía en diagonal sobre los tapices. Caminó hasta el espejo de cuerpo entero y se miró. Su rostro era el mismo de siempre, pero la expresión era dura, los ojos fríos, y la postura, firme. Se tocó la cadera, sintiendo el peso de la pis*tola que llevaba oculta.
“ ¡Mátalos si es necesario! ”, él había dicho, las palabras de Dario resonaban en su cabeza una y otra vez, y Luciana se llenaba de pavor al pensar que nuca se le había ocurrido que tal vez tendría que acabar con la vida de alguien por salvar la suya propia. ¡Era un infierno!
Odio a Dario por eso, y se odió a si misma por seguirle el juego en vez de irse y confiar en el sistema y en Marco para atrapar al verdadero asesino de su madre, y del padre de Dario, pero ahora ya era tarde no podía echar marcha atrás.
Se acercó al balcón, el aire fresco de la Toscana se sentía ahora como el aliento de un enemigo, como si le estuviera soplando en la nuca.
El dron se había ido, pero la s