El aire en la sala estaba denso, cargado de tensión y certezas veladas. Elijah cerró el último expediente con un golpe suave, pero firme. Miró a Adrián, quien no se inmutó, solo alzó una ceja, como si ya supiera que esa petición vendría. Había algo en su mirada, ese brillo agudo de quien está siempre dos pasos por delante. Aun así, Elijah fue directo.
—Adrián... sé que has estado bastante ocupado con todo esto —dijo, refiriéndose al cúmulo de evidencia que acababan de compilar—. Pero necesitamos ir un poco más allá. Hay un nombre que sigue apareciendo cada vez que indagamos en el pasado de la familia de Lina. Arturo Meneses.
Un leve silencio siguió a la mención. Adrián entrecerró los ojos, repitiendo el nombre en su mente, como si lo probara en busca de conexiones enterradas.
—No suena desconocido —murmuró al fin, apoyándose contra el borde de la mesa—. ¿Qué tienen hasta ahora?
—Fragmentos —intervino Olivia, cruzándose de brazos—. Ese nombre aparece vinculado a la fundación fantasma e