Capítulo 13: Dudas en el altar
El día de la boda llegó rápido.
El salón estaba preparado para un cuento de hadas.
Columnas blancas, altas y elegantes, se elevaban como centinelas hasta el techo abovedado. Las enredaderas de rosas naturales serpenteaban alrededor, y los candelabros de cristal colgaban como lluvia congelada. Una alfombra de terciopelo marfil cortaba el espacio en dos, marcando el camino hacia un altar moderno, sobrio, envuelto por miles de orquídeas blancas que flotaban en el aire como una promesa.
Todo estaba milimétricamente diseñado.
Perfecto.
Demasiado perfecto.
Y en uno de los vestidores privados, lejos de los flashes y del murmullo de los invitados, Olivia Walton sentía que se ahogaba dentro de su propio cuento.
De pie frente al espejo, apenas respiraba. Sus manos temblaban sobre el corsé de su vestido, como si temiera tocar su propia piel. Estaba hermosa, lo sabía. El vestido era una joya creada por su madre: escote corazón bordado en hilo de plata, mangas caídas