Mundo ficciónIniciar sesiónEl reloj marcaba las tres de la mañana cuando Sophie se levantó del sofá, todavía envuelta en la manta. Olivia la acompañó hasta la pequeña habitación de invitados.
El cuarto era sencillo: una cama blanca, cortinas claras y una lámpara pequeña que arrojaba una luz tibia. Sophie se sentó al borde, con los dedos entrelazados, y miró alrededor. Había pasado noches en hoteles de cinco estrellas, rodeada de lujo, pero jamás se había sentido tan a salvo como en ese espacio modesto.
—No sé cómo agradecerte —susurró.
—No tienes que hacerlo —respondió Olivia, cubriéndola con la sábana—. Solo duerme. Mañana será otro día, y podrás pensar con la cabeza más fría.
Sophie asintió, y mientras Olivia apagaba la luz, el cansancio la venció. Su







