—Amir.
Lo llamó Olivia, que, si bien toda la situación le parecía extraña y llamativa, no estaba dispuesta a quedarse en aquel lugar si no podía dormir con su enorme y candente CEO.
—Olivia, por favor, no te inquietes, y no trates de llevarte a Amir, en verdad lo he extrañado.
La curvy quedó sin palabras, no solo por el pedido de Leila, más bien era ver sus ojos y darse cuenta cuán parecidos a los ojos de Amir eran.
—Yo...
Olivia no sabía qué decir, no quería sentirse como la villana que le arrebataría a esa jequesa la oportunidad de compartir con su hermano, pero una fibra egoísta en ella le hacía ver que no estaba dispuesta a renunciar a la compañía del padre de sus hijos.
—Tendrás que disculparme Leila, pero mis hijos están acostumbrados a dormir al lado de su padre.
En esta ocasión fueron Leila y Hafid los sorprendidos, y no tanto por las palabras de Olivia, más bien era el rostro que mostraba Amir Rossi, si hasta parecía humano, ¿dónde quedaba el diablo italiano que había llegado