Olivia no sabía qué era lo que le estaba impactando más en ese momento, si el hecho de que, ante el primer problema, Amir Rossi simplemente se diera por vencido, o quizás era el hecho de verlo llorar.
—Amir.
Lo llamó con la voz temblorosa, y el CEO la vio de inmediato, no sin antes tratar, en vano, de ocultar esas lágrimas que habían humedecido sus mejillas.
—¿Aún te sientes mal?, ¿te lastimé en otra parte?, ¿necesitas que te lleve al hospital?
Olivia lo vio por un segundo, la forma en la que sus ojos se habían opacado, como si fuese un hombre que había perdido todo en la vida, era la derrota bailando en su rostro, cubriendo su voz, era un hombre que parecía estar a punto de morir.
—Amir. —lo llamó esta vez con voz suave, al tiempo que su mano acariciaba un rizo color chocolate, estaba cubriendo parte de la frente del CEO, y Olivia no pudo evitar pensar, qué ese hombre se veía sexi aún con el cabello un poco largo y desaliñado. —Esa es mi palabra segura.
Musitó Olivia, asombrándose de