En solo un segundo, el número 22 se convirtió en una maldición, al menos para Amir.
El mayor se encontraba de pie, ni siquiera supo en qué momento se había levantado, simplemente estaba allí, inmóvil, aturdido, como si acabara de ser testigo de una explosión atómica, sentía que sus pies estaban cubiertos de concreto, que su cuerpo se había congelado al completo, no solo por el frío que sentía, sino también era el hecho que no podía moverse, su respiración ingresaba en él de forma agitada y errática, mientras que lo único que podía hacer, era observar.
Su hermosa diosa estaba expuesta a él, temblorosa, aunque no por placer, sus labios temblaban producto del sollozo, mientras que la venda de satén estaba cubierta de lágrimas que buscaban ser derramadas.
—Por favor.
Musitó con voz lastimera Olivia, y fue como si alguien le hubiese pasado corriente al cuerpo del CEO, su gran y musculoso cuerpo se movió con agilidad, liberando primero las muñecas de Olivia, luego yendo con apuro hacia sus