98. El legado de los sellos
El aire en Cárselin se había vuelto más denso desde la revelación del portal. Aunque el cielo seguía despejado y los niños aún reían en la plaza, para Raven, todo tenía un velo distinto. Caminaba junto a Elara por un sendero de piedras planas, dejando atrás la aldea mientras el atardecer teñía las montañas de rojo.
— ¿Estás seguro de que estás listo? —preguntó Elara, con una mirada que lo atravesaba.
— No hay forma de estarlo realmente —respondió Raven, sin detenerse—. Pero no puedo quedarme quieto sabiendo que ellos están atrapados en ese lugar.
Llegaron a una formación rocosa en forma de arco. No era mágica, al menos no a simple vista, pero al acercarse, Raven pudo sentir cómo vibraba el aire. Elara sacó un pequeño pergamino de su bolso de cuero, uno que tenía símbolos tallados en un lenguaje que él apenas entendía: eran glifos de sellado, marcas antiguas utilizadas para proteger pasajes interdimensionales.
— Este es uno de los fragmentos del Legado Umbralis —explicó Elara, desplegá