79. Luna Creciente
El amanecer en Cárselin no llegaba con prisas. Era una bruma lenta que se filtraba entre los árboles, pintando de azul pálido los techos de las cabañas y las piedras de los senderos. Las hojas crujían bajo los pies de los madrugadores, y el humo de las chimeneas comenzaba a dibujar formas tranquilas en el cielo.
Raven estaba sentado en la parte trasera de la casa de Kiara, con la espalda apoyada en el tronco de un roble. El frío se colaba bajo su camisa, pero no lo sentía. Sus ojos estaban fijos en las montañas. En su mente, el mundo seguía girando allá afuera. Allá lejos. Donde todo lo urgía, lo reclamaba, lo arrastraba. Aquí… el tiempo parecía tener otro ritmo.
Kiara se sentó a su lado sin hacer ruido.
Tenía el cabello recogido, aún húmedo, y un abrigo de lana clara sobre los hombros. En sus manos llevaba dos tazas humeantes. Le tendió una.
Raven la tomó sin hablar.
-- Hoy el cielo despertó limpio -- dijo ella, con voz tranquila --. No siempre pasa. A veces, las nubes se quedan colg