80. Una visita inesperada
La niebla era más espesa de lo que recordaba.
Raven cruzó el borde del bosque antes del amanecer, envuelto en un abrigo oscuro que apenas contenía el frío que lo atravesaba desde adentro. No llevaba equipaje. Solo una decisión que le había nacido en mitad de la madrugada, cuando los sueños se desvanecían y el corazón susurraba verdades que la razón solía ignorar.
Había caminado toda la noche para llegar allí.
Umbra Noctis seguía en pie.
Las mismas torres de piedra cubiertas por hiedra, los mismos caminos marcados por siglos de pasos. Pero algo había cambiado. El aire ya no olía a urgencia. El suelo no retumbaba con aullidos lejanos. Era... distinto.
No peor. Solo distinto.
Se movía por los pasillos oculto entre las sombras. Nadie lo notaba. Quizá porque nadie lo esperaba. O tal vez porque había aprendido, por fin, a no dejar huellas cuando no quería ser encontrado.
Se detuvo frente al portón del edificio de cristal. Lo cruzó sin hacer ruido, y subió por las escaleras que conocía de me