51. La grieta en la Luna
El cielo se tiñó de un gris opaco mientras Ailén guardaba los últimos pergaminos en su mochila. Raven la observaba en silencio desde la entrada del viejo invernadero. Sus ojos dorados, usualmente cargados de intensidad, lucían apagados. Ambos sabían que el viaje al Bosque de Grelan no solo era una misión para salvar el equilibrio mágico... era también una prueba de su vínculo.
-- ¿Lista? -- preguntó Raven al fin, con voz baja.
-- Lo estaré cuando tú lo estés -- respondió Ailén, dándole una última mirada al libro que Liora le había dado días antes: Los Pilares de Sangre.
Raven asintió y abrió la puerta del invernadero. Afuera, el viento tenía un sabor a ceniza. Las anomalías mágicas habían comenzado a afectar el clima, distorsionando estaciones, cielos y hasta el tiempo mismo. Umbra Noctis no era ajena a estos cambios: las grietas en la energía se sentían como punzadas invisibles que despertaban dolor donde antes había solo magia.
El trayecto hacia el Bosque de Grelan no estaba en ning