29. El Silencio de los Hechizos
El aire de la montaña tenía algo distinto esa mañana. No era solo el frío que se filtraba entre los árboles ni el aroma húmedo de la tierra que despertaba con los primeros rayos del sol. Era la forma en que el silencio se acentuaba en cada paso que daba Liora, como si el bosque supiera que estaba dejando algo importante atrás.
La bruja caminaba con el corazón dividido. Las piedras del sendero crujían bajo sus botas, pero el ruido apenas competía con los pensamientos que la ahogaban. Habían sido apenas unos días desde que había encontrado a Raven, pero para ella se sentían como semanas. Semanas cargadas de secretos, de asombro… y de una tristeza sutil.
Miryos le había dicho la noche anterior:
-- Cuando regreses, no cargarás con respuestas, sino con silencios. Aprende a sostenerlos sin que te devoren. --
Y eso intentaba. Aunque con cada paso que la acercaba a Umbra Noctis, el nudo en su estómago se apretaba un poco más.
Raven había cambiado. Ella lo había visto. No solo era más fuerte,