Grayson
El eco de la confesión de Lira aún retumbaba en las paredes del salón como si el aire mismo se hubiera endurecido. “Kael…” ese nombre maldito seguía clavándose en mi mente como una daga envenenada, quemando cada fibra de mi ser con un odio tan profundo que apenas podía contener. Mi respiración era pesada, mi pecho subía y bajaba con violencia, y podía sentir cómo mi lobo, inquieto, se removía bajo mi piel, exigiendo salir, exigiendo sangre. La bruja temblaba frente a nosotros, con la voz rota por el miedo, balbuceando excusas, afirmando que no sabía nada más, que sólo era una aprendiz, un peón insignificante.
Mentira o verdad, poco importaba en ese instante. Lo único que resonaba en mi interior era el hecho de que Kael estaba detrás de todo esto, moviendo hilos desde las sombras, infiltrando a los nuestros, contaminando nuestras tierras con su veneno. El mismo Kael que había marcado la vida de Azura con dolor, el mismo que la había rechazado con crueldad… ahora estaba aquí, bu