El aire se volvió espeso, casi sólido, como si respirarlo fuera una lucha en sí misma, cada escalón que subíamos era una tortura, sentía mis piernas temblar, mis manos entumecidas por el frío que no era natural, Saúl respiraba con dificultad, pero se aferraba a mí con fuerza, y yo lo sujetaba como si soltarlo fuera permitir que todo se desmoronara, que todo lo que habíamos conseguido en esas últimas horas se perdiera en un instante, detrás de nosotros, el eco del rugido espectral seguía rompiendo la calma, y no era un sonido como cualquier otro, era una vibración que se metía en los huesos, que arrastraba los recuerdos más oscuros de tu alma y los susurraba en cada latido.
Grayson nos cubría desde atrás, su mirada era como la de una bestia contenida, alerta a cada sombra, a cada movimiento, y sin embargo, por dentro, yo sentía el cambio, sentía que algo en mí estaba fallando, como si mi energía se agotara más rápido de lo normal, como si mi fuego se estuviera extinguiendo sin siquiera