"el arte supremo de la guerra es someter al enemigo sin luchar"
Gamma Theo
No me gustaba esta manada. Ni su silencio, ni su forma de mirar, ni mucho menos la sonrisa vacía del Alfa Kael. Habíamos venido por diplomacia, pero desde que llegamos, algo en mis entrañas no dejaba de rugir. Cada guardia que evitaba el contacto visual, cada gesto forzado, cada palabra medida… todo olía mal. Como carne podrida bajo perfume caro. Caminaba de un extremo al otro del límite oeste de la frontera, con los ojos encendidos y los sentidos a flor de piel. No me importaba que los centinelas de la Luna de Sangre me observaran con burla. No confiaba en ellos. No confiaba en nadie más que en mi manada.
Y esta noche… esta noche todo estaba demasiado quieto. El viento no se movía. Los árboles no crujían. Ni los animales emitían un solo sonido. Maldita calma antes de la tormenta.
—Gamma, ¿todo bien? —me preguntó uno de los soldados de Kael.
—Retírate a tu puesto —le respondí sin mirarlo. Mis ojos estaban clava