“reclama lo que es mío y eres hombre muerto”
Grayson
El silencio dentro del vehículo era denso. No porque faltaran palabras, sino porque sobraban pensamientos. Pensamientos que no podía ignorar. Azura iba sentada a mi lado, con la mirada clavada en la ventanilla. Desde que habíamos salido, su respiración se había vuelto cada vez más superficial, más errática. Su pulso... tembloroso. Ella intentaba disimularlo, mantener esa compostura orgullosa que tanto la caracterizaba desde que aceptó su verdad, pero yo la conocía. Conocía el temblor de sus manos, la forma en la que presionaba sus labios, la tensión en sus hombros.
Kael, ese infeliz, cobarde de mierda. La idea de su reacción al verla de nuevo... al verla de la mano conmigo... al verla convertida en la mujer que él nunca supo proteger, me carcomía. ¿Se atrevería a reclamarla? ¿A fingir que nunca la rechazó? ¿O se revolcaría en su miseria al ver que ella, su ex luna, su ex destino, ahora era mía? Apreté los dientes, controlando la cre