Capítulo 36

Después de asegurarse de que Leon había entrado completamente en clase, Aurora regresó al coche. Valeria cerró la puerta trasera con cuidado y se sentó junto al conductor.

—¿A la sede central, Luna? —preguntó sin girarse.

Aurora asintió en silencio, con la mirada perdida a través de la ventana. Sus ojos no se apartaban de la reja de la escuela de Leon hasta que su figura desapareció por completo. Entonces, por fin, exhaló profundamente.

—Contacta a todo el equipo de fusión. Quiero que estén listos en la sala de reuniones. Empezamos a las diez.

Valeria tomó su móvil sin perder tiempo.

—Sí, Luna.

El coche se deslizó entre el tráfico de la ciudad. Afuera, el cielo estaba despejado, pero la mente de Aurora ya se encontraba saturada de escenarios, cifras, contratos, acciones, y los nombres de los adversarios de negocios de Damian que, poco a poco, planeaba atraer a su lado.

Media hora más tarde, Aurora cruzaba el vestíbulo del nuevo edificio: la sede recién inaugurada del ala empresarial d
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