El coche de Damian se detuvo en el patio de White Lodge. Leon ya estaba dormido en el asiento trasero, agotado tras todo un día en la escuela. Aurora miró a Damian.
—Carga a Leon.
Damian miró de reojo a Aurora, luego abrió la puerta y cargó a Leon con cuidado. El aroma del cabello de su hijo ablandó un poco su pecho. Al ver el rostro de Leon, de pronto sintió que su corazón era estrujado.
Debería haber pensado antes en su escuela, pensó Damian.
Aurora caminó detrás de él, abrió la puerta de la casa con el código de su huella dactilar. Damian llevó a Leon a su habitación, lo acostó en la cama y acomodó la manta, luego inclinó la cabeza para besar su frente.
—Duerme, mi pequeño lobo —dijo Damian.
—Necesita dormir mucho. Mañana vuelve a la escuela.
Damian se levantó y miró a Aurora. —Aurora, tenemos que hablar. Ahora.
Aurora suspiró y caminó hacia la sala de estar. Dejó su bolso en el sofá y se sentó con calma. Damian la siguió, se quitó el saco y lo lanzó sobre el respaldo de la silla.