En el hotel.
Damian estaba sentado al borde de la cama, aún con la camisa arrugada, los dedos pulsando la pantalla del celular que mostraba una videollamada. Apareció el rostro de Aurora en la pantalla, con medio rostro cubierto por el cabello mojado, parecía recién salida de la ducha.
Damian intentó sonreír.
—¿Ya comiste?
—Sí.
—¿Por qué no me dijiste lo del hospital? Si te sentías mal, podías decírmelo.
—Damian, estoy cansada, tengo sueño. Mañana hablamos, ¿sí?
Damian abrió la boca para responder, pero Aurora ya había presionado el botón en su pantalla. Se cortó la conexión; Damian exhaló con fuerza y puso el celular sobre la cama.
Unos minutos después, Damian se puso de pie y tomó su saco. Arc esperaba en el lobby del hotel; los dos salieron, recorrieron un largo pasillo hasta llegar al bar habitual en el centro de la ciudad. El lugar era algo escondido, con la mayoría de personas en traje elegante y ejecutivos de negocios.
Arc se sentó en el taburete del bar y abrió la tablet frent