La ciudad se convirtió en un infierno vivo. La luz tranquila de las farolas fue sustituida por destellos de fuego, explosiones y una niebla de humo. El sonido de helicópteros, sirenas de ambulancias y disparos —algo que antes solo aparecía en películas de ficción— se volvió realidad.
En el centro del gobierno humano, el Presidente de la Región Central se puso finalmente frente a las cámaras nacionales.
—A partir de este momento, la ciudad queda bajo Estado de Emergencia Militar de Nivel Máximo. Todos los civiles deben permanecer en sus casas o en los puntos de evacuación. Toda forma de comunicación pública estará vigilada y, a las criaturas no humanas que no pertenezcan a una alianza oficial, se las declara amenaza.
Aurora miró la pantalla del hospital con la mandíbula apretada. Tenía a Elara en brazos; la niña parecía tranquila, aunque el estruendo exterior hacía vibrar los cristales del edificio.
—He traído a casa a tres niños humanos heridos del distrito del mercado. La enfermera d