Damian detuvo su coche en el patio de White Lodge. La luz del porche seguía encendida, pero el interior de la casa se veía en penumbra. Inspiró hondo, mirando la gran puerta de madera con el emblema de la manada tallado. Hoy tenía la cabeza llena de números, contratos, bloqueos de campos y los rostros del consejo de la manada, pero en ese momento solo podía pensar en una cosa: Aurora.
Abrió la puerta con cuidado; el aroma de leña quemándose en la chimenea lo recibió, pero se detuvo en seco en la sala principal.
Cajas de cartón abiertas por todos lados. Sobre el piso de madera pulida, Damian vio una corbata de seda —la misma que usó en la primera fiesta de la manada junto a Selena—. Fotos pequeñas, un marco roto, una imagen de él junto a Selena, sonriendo de forma forzada en una fiesta de cumpleaños de la manada. Otros objetos: un perfume de mujer caro, tacones altos, una caja de joyas polvorienta… todo apilado en el suelo.
Y en medio de la sala, Aurora estaba de espaldas. Llevaba su c