La decisión llegó rápido. Damian no quiso esperar a que la situación se extendiera y los arrastrara a todos. Aunque estaba convencido de que había acabado con Sebastian en dos ocasiones, las nuevas pruebas indicaban lo contrario. No era solo un rumor. Las huellas del dinero, las cuentas pantalla, los mercenarios que confesaban haber sido enviados por una red que utilizaba el nombre Knight: todo apuntaba a una dolorosa verdad. Sebastian no estaba muerto. O, al menos, el nombre Sebastian seguía vivo y podía hacer que la gente actuara en su nombre.
—Nos mudamos a la ciudad. Allí podemos mezclarnos. No se atreverá a actuar abiertamente en medio de gente corriente.
—Está bien —dijo Aurora.
—Usaremos la ciudad como escudo. Reuniremos pruebas. Destruiremos esta red desde la raíz. Pero por ahora, lo primordial es la seguridad de Clara, Elara y de todos vosotros.
Leon besó la mejilla de Elara una y otra vez al llegar. La bebé dormía tranquila en el portabebés de Aurora, una mantita fina cubrie