*—Dominick:
—¿Qué te parecen los últimos candidatos? —preguntó Nicole mientras tomaba asiento en la elegante pero sobria oficina de su hermano mayor.
Dominick no respondió de inmediato. Hizo una mueca, esa que usaba cuando algo le parecía una pérdida de tiempo, y desvió la mirada hacia el expediente cerrado sobre su escritorio. Lo había dejado allí desde que Nicole se lo trajo horas antes, justo después de que concluyera la segunda ronda de entrevistas.
—No he tenido tiempo de revisarlo —admitió finalmente, sin molestarse en sonar convincente. Su mirada se deslizó hacia la pantalla encendida de su computador, aunque no estaba haciendo absolutamente nada en ella.
La excusa de "mucho trabajo" era fácil, pero la realidad era otra: su vida personal era un completo desastre. Un desorden silencioso que ya comenzaba a arrastrar también su mundo profesional.
—Dominick, esto es serio —replicó Nicole con un suspiro exasperado. Se cruzó de brazos y lo miró con firmeza, con esos mismos oj