*—Callum:
Cuando se acercaron a la villa, Callum aspiró aire profundo, como dándose ánimos, y se repitió que debía ir hacia donde estaba Dominick, pero apenas dio un paso, el mundo se le tambaleó a sus pies.
Un mareo súbito lo envolvió y, de pronto, un calor abrasivo recorrió cada fibra de su cuerpo, como si una llama interna se hubiera encendido. Su pecho dolió y los pezones se le endurecieron con una sensibilidad tan aguda que cada roce de la tela se volvió insoportable. Al mismo tiempo, su cuerpo inferior reaccionó sin piedad: su sexo se endureció con violencia y su entrada comenzó a palpitar con una necesidad humillante, reclamando algo que no podía ignorar.
Jane, alertada por su repentino tambaleo, apretó su mano con fuerza, preguntándole qué le pasaba, pero Callum apenas podía responder. Su lengua se sentía pesada, su respiración entrecortada. Era como si todo en él se hubiera detenido de golpe y, al mismo tiempo, reiniciado en un ciclo voraz.
Y entonces lo entendió. Ese calor,