*—Callum:
Estaba recogiendo los pedazos de su vida.
No fue fácil. Todavía había días en los que despertaba bañado en sudor, con el corazón latiendo desbocado y la mente repitiéndole que todo había sido una pesadilla, pero luego sentía la punzada extraña en la parte baja del vientre, ese dolor sordo y latente que no existía antes, o el ardor leve en su columna, justo donde ahora sabía que las glándulas secundarias se estaban activando. Y entonces entendía que no, no era un mal sueño.
Era real. Estaba cambiando.
El proceso continuaba, pero con la ayuda del programa de mutación, Callum comenzaba a estar mejor. Había asistido ya a varias charlas introductorias: sobre las fases del cambio hormonal, el desarrollo glandular, la formación del útero, los ciclos de celo y los efectos emocionales asociados. Escuchó hablar del “nido”, esa necesidad instintiva de construir un espacio seguro durante los picos hormonales; algo que siempre había considerado ridículo cuando Jules lo mencionaba… y ahor