Blake Maier es un destacado CEO, esposo y padre que cree tenerlo todo, hasta que, un día al volver del trabajo, encuentra a su esposa compartiendo la cama con otro hombre… que resultó ser su propio hermano. Destruido emocionalmente, Blake se verá enfrascado en una batalla por dinero y poder, siempre acompañado por su mejor amigo, Ryan, en quien confía a plenitud. Sin embargo, los enemigos son quienes están más cerca, y Maier entenderá, por las malas, que su amigo del alma quizás no es la persona que siempre creyó, y que el mundo, tal cual lo conoce, podría colapsar sobre él en cualquier momento.
Leer másPunto de vista de Blake
Fuera de mi oficina, el viento soplaba con fuerza. A mitad de la época de lluvias, no fue raro que comenzara a llover a media tarde, mientras me encontraba en una reunión de planificación para la reestructuración de los contratos con nuestros proveedores.
—Nuestro Grupo Maier está a la vanguardia en la tecnología, y nuestra meta en los próximos dos años es consolidar nuestra marca hogar, y la marca entretenimiento, fuera de nuestras fronteras —declaré con calma.
Frente a mí, un grupo de empresarios entre los que destacaba un rubio leonado que me miraba con perspicacia, él era Ryan Daft, mi mejor amigo y actual CEO de la empresa de sus padres, uno de nuestros grandes proveedores.
Él sonrió y asintió con la cabeza, y yo continué con mi particular discurso.
Tras terminar la junta, uno a uno los señores salieron, pero el antes mencionado se quedó allí y, cuando el lugar se vació, mientras recogía mis documentos, soltó:
—Blake, oye, ¿qué harás más tarde? ¿No quieres salir a beber algo?
—¿Con este clima? Sabes que soy papa casada con hijo demandante… Colin me extrañará si no estoy allí temprano.
—Um… —Él arrugó la cara y resopló—. Colin me da envidia… ahora solo tienes tiempo para él.
La falsa molestia era audible en su tono, por lo que solo solté la risa y negué con la cabeza.
—¿De qué hablas? Si tú eres el primer consentidor del enano… lo estás malcriando muchísimo.
Los orbes azules del otro brillaron, y vi cierta vergüenza pintarlos por un segundo; acto seguido, se alzó de hombros.
—¡Es que ese niño se deja querer!, ¿no ves sus ojos? ¡Ese mirar de cachorrito que pone cuando quiere algo es simplemente irresistible!
Solté la risa sin poder evitarlo y, tras recoger mis cosas, caminé a la salida, haciéndole una seña para que me acompañara.
—Bueno… ¿tienes planes después de aquí? Planeo ir a casa temprano a jugar con ese «cachorrito»; quizás después podamos beber unas copas en mi estudio… No creo que Amy tenga problemas con que te quedes a cenar. A menos que tengas planes con…
—No —interrumpió enseguida con voz seria—. Lo nuestro se acabó, Blackecito… no quiero volver a hablar de esa mujer en un buen rato.
Arrugué la cara ante sus evasivas.
La «mujer» no era otra que Libi Warner, una amiga de la infancia de ambos con la que, según tenía entendido, el señor a mi lado se iba a casar.
—Espera… ¿qué pasó? —solté sin pensar.
Él me miró y negó con la cabeza varias veces.
—Hablaremos de eso más tarde, ¿sí?, encerrados en tu estudio y después de beberme, no sé… una botella entera. Por ahora, no quiero pensar en ella.
Lo vi adelantarse al ascensor y decidí dejarlo estar.
A pesar de parecer tranquilo de buenas a primeras, la verdad es que Ryan podía ser misterioso si lo deseaba, y muy complejo.
En fin, tras delegarle algunas cosas a Oliver, mi asistente personal recién llegado de Corea del Sur, salí junto a Ryan de la oficina a eso de las cuatro de la tarde, más temprano de lo usual.
—Es una suerte que vayas a mi casa… —mascullé desde el asiento del pasajero.
Una risa sorda cortó el ambiente, y lo miré con ojos brillantes.
—¡Sé sincero, solo querías que te diera un aventón a casa porque tu auto está en el mecánico, ¿no?!
—¡Noooo, ¿cómo crees, hombre?! ¿De verdad piensas que te usaría para algo así? —cuestioné ofendido.
Aunque ambos estábamos en la misma sintonía de este juego absurdo.
Ryan resopló y se encogió de hombros.
—Te salvas porque eres mi debilidad, así de simple —masculló entre dientes.
Lo sentí como un niño pequeño al descubrir una trama, pero no me preocupé; después de todo, menos un mes, porque yo nací antes, nos conocíamos de toda la vida.
La lluvia comenzó cuando íbamos a medio camino entre el centro de la ciudad y mi casa en Marina, y a nuestra llegada ya era bastante fuerte, por lo que terminamos corriendo hacia la puerta principal y, al llegar al tope de las escaleras, estábamos empapados.
No me di cuenta porque casi no se veía nada por el chaparrón, pero un auto conocido se hallaba estacionado al otro lado de la calle.
Pasamos a la casa y nos deshicimos de nuestros zapatos y chaquetas; sin embargo, casi enseguida, un ruido ensordecedor inundó mis oídos, y el instinto me hizo preocuparme.
—¿Colin está llorando? ¿Dónde está Amy? —pregunté alto y pasé a la sala.
A la derecha, a un costado de los muebles, se encontraba el corral en el que mi pequeño solía pasar las mañanas, rodeado de sus peluches y juguetes favoritos.
Me acerqué a él y lo encontré llorando en soledad, y un susto me abrumó. Di un paso más y lo tomé en mis brazos, contemplando sus ojos abrirse de par en par al verme.
—¡Papiiiii, ayiuraaaa! —chilló asustado y me abrazó con fuerza.
Con poco más de dos años, era capaz de pronunciar ciertas palabras con claridad.
—Ya… cariño, cariño, ya estoy aquí, ¿sí? Ya estoy aquí.
Lo acuné con calma y miré con ojos de advertencia a un Ryan que comenzó a buscar a mi esposa enseguida por la planta baja.
¿Dónde demonios se había metido?
—¡Amy, Amy! —gritó Ryan.
Pero la lluvia era demasiado fuerte, y no se oía nada.
—Vamos arriba —dije, dándome cuenta de que Colin se había calmado casi al instante.
El otro asintió y ambos subimos las escaleras poco a poco, temerosos de que algo malo estuviese sucediendo, porque Amy jamás desatendía a Colin, o al menos no en mi presencia.
No obstante, nada me preparó para lo que escuché a continuación.
—¡Ah… ah…! ¡Gil, sí, más!
El grito de una voz que conocía bastante bien me heló la sangre cuando estuve junto al pasillo que daba a la habitación principal.
A mi lado, Ryan se sorprendió y me miró con los ojos bien abiertos. Quizás sabiendo que algo no andaba bien, murmuró:
—Dame a Colin, lo llevaré por ti.
Un zumbido explotó en el fondo de mi mente, y el frío se regó por mis manos y pies en el momento en el que los jadeos se hicieron más sonoros. Le entregué a mi hijo a Ryan y tragué con dureza al dar un par de pasos al frente y poner la mano sobre la manilla de la blanca puerta de madera que daba a mi dormitorio.
Una corriente eléctrica erizó cada vello de mi cuerpo justo al girarla y, cuando abrí la puerta, una pintura del apocalipsis estalló en mi cara.
—¡Amy… me voy a...!
—¡Hazlo dentro, rápido…!
Mi amada esposa, y el detestable de mi hermano mayor… tenían se.xo en mi cama.
La mente se me quedó en blanco y, sin apenas pensarlo, bramé a todo pulmón:
—¡¿Qué demonios es esto?!
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Bienvenido/a a esta nueva historia.
Gracias por darle una oportunidad a la historia, espero que disfrutes la lectura.
Punto de vista de RyanMi mundo se volvió nada en ese segundo, en esa noche. De repente, me encontraba en un limbo de silencio y soledad donde no sabía quién era, donde no sabía lo que me esperaba.¿Vivir sin Blake Maier? Nunca me planteé eso en serio, ni una sola vez en mi vida creí que llegaría el día en el que tenía que pensar con seriedad que él no estaría a mi lado, o al menos con vida. Claro que sabía que todos moriríamos, pero, incluso así, esperaba marcharme yo primero de este mundo, cual egoísta, para evitarme la terrible pena de verlo partir.Pero ahora… ¿Ahora qué?Ahora ya no podía ser el dicharachero Ryan Daft, el siempre optimista. No… mientras los paramédicos lo atendían en el suelo del salón, y yo abrazaba a un aterrado Colin, ¡necesitaba un abrazo! M*****a sea, quería mo.rir, quería gritar, quería llorar.¿Y si él se iba?El corazón se contrajo presionado en mi pecho mientras Colin se removía en mi abrazo, y vi a una policía venir a mí.—Señor, deme al ni.ño, por favor
Punto de vista de BlakePero ese debilucho tenía un arma de fuego y, tras acercarme un par de pasos y ver su expresión, quizás otras cosas peligrosas encima, por lo que debía estar atento.—Me acusan por cargos muy fuertes… Los inútiles de mis abogados dicen que pasaré mucho tiempo en prisión si no consiguen algo para mí. ¿Puedes creer que es posible pasar más tiempo en la cárcel por fraude que por m.atar a alguien?Soltó una risa repentina y negó con la cabeza.—De seguro tú tienes que ver con esto… ¡Sí! ¡Tú y la maldita de Bett! ¡De seguro ustedes dos planearon todo esto para ponerme contra las cuerdas!La ira pintó su semblante, al tiempo que di otro paso con mucho cuidado de los alrededores, un poco hacia un lado.Fruncí el cejo con ligereza.—¿De qué hablas? —Decidí que tutearlo era lo mejor para conservar sus emociones a la baja—. No tengo nada que ver con lo que te está pasando… ¿No obtuviste lo que querías? Sacaste ese video a todas partes y, bueno, yo estaba obligado a pagart
Punto de vista de Blake—¿Un favor? Claro, no te preocupes, pero… ¿ir hasta allá? —pregunté con ligera sorpresa.—¿No es demasiado pedir? He visto en las noticias que renunciaste a tu trabajo, así que… ¿tendrás tiempo?—Bueno, tengo cosas que hacer, pero, puedo acomodarlo todo. ¿Es tan importante?—Lo es, de otro modo no te pediría que vinieras, Blake.Al escuchar a la persona al otro lado hablar con tanta seriedad, suspiré ligero y asentí con la cabeza, aunque la verdad era que nadie más que mi hijo y mi pareja, que comían en la mesa, podían verme.—Está bien. Si lo dices así, siendo tú, lo tomaré en serio. Sin embargo, no podrá ser en lo que resta de enero; puedo acomodar todos mis pendientes para lo que queda de mes, e ir ahí la primera o segunda semana de febrero. Colin irá conmigo y… quizás alguien más.—¿Te refieres a Ryan?—El mismo.—Será bueno poder conocerlo al fin. Si él puede venir, tómenlo como unas pequeñas vacaciones. Pueden quedarse aquí, y designaré a alguien que los
Punto de vista de BlakeMi terapeuta no dejaba de decir que necesitaba soltar los lastres de mi vida para poder seguir adelante, y tenía razón. Después de decirle todo eso a mi padre, mi interior se quedó más tranquilo, y ahora, como un hombre desempleado en casa, con mi hijo y mi pareja, me encontraba en un punto muerto.Esa noche, después de que Colin por fin se durmiese, y con mamá en su habitación y Gilbert por fuera, Ryan y yo nos sentamos en la sala de estar a ver la televisión, aunque para nada podía concentrarme en eso, porque sabía bien lo que acontecía.Cambié una y otra vez los canales en busca de los informativos, pero no pude detenerme en ninguno.—¿Estás nervioso, Blake? —preguntó el rubio a mi lado con calma.—¿Soy tan obvio? —murmuré por lo bajo.—Un poco, sí… aunque puedo entenderte.Seguí cambiando los canales y, de repente, leí el nombre de «Harrison» en uno de los cintillos y me detuve al instante.En el televisor, se veía la imagen de los policías bajando a alguie
Punto de vista de Gil¿Qué?¿Qué Blake qué?El frío se me metió en el cuerpo, pues este reaccionó antes de que mi cerebro pudiese procesar sus palabras, y me quedé boquiabierto sin poder evitarlo.¿Mi hermano renunciaba a ser el CEO de la empresa?¿En qué momento esto se convirtió en una opción?Y es que, tal cual yo, mamá, Killian, e incluso mi padre, estaban de piedra. Todos menos Ryan porque, como era evidente, él sí tenía conocimiento sobre esto.—¿Qué? ¿Cómo que renuncias a ser el CEO de esta empresa? ¿Te volviste loco? ¡Tienes que tomar las riendas y arreglar este desastre!Justo entonces, me di cuenta de que nos convertíamos en los espectadores de una especie de última batalla, y entendí que fuimos traídos aquí como un seguro, pero también como una certeza.Blake parecía un zorro viejo, a pesar de ser menor que yo.—Lo siento, señor Maier, pero, a partir de hoy renuncio a mi lugar en la empresa y a mis privilegios. Si me lo permite, recogeré mis cosas y me marcharé. Mi abogado
Punto de vista de BlakeDespués de un par de días de sopesar opciones, aclarar puntos y relajarnos, era el momento de volver a la temible y dolorosa realidad.Para ser sincero, todavía tenía miedo, y quizás eso duraría por mucho tiempo más, pero debía ser fuerte y, por sobre todas las cosas… no estaba solo.Cerca de las diez de la mañana de ese lunes, aparqué mi camioneta en la cochera de mi casa y, sin más, entramos por la puerta lateral.Apenas poner un pie en la sala, no me sorprendió ver a Gilbert ahí; sin embargo, había alguien más a quien no esperaba, y mucho menos en las condiciones en las que se encontraba.Fruncí el cejo sin apenas dar saludo a nadie al verla levantarse, y espeté:—¿Qué te pasó en la cara, mamá?Di un par de largos pasos al frente, y Colin salió corriendo hacia ella.—¡Abelaaaa, holaaa!Mamá se levantó del sofá, y me di cuenta de que, a pesar de que alargó a abrazar y acurrucar a su nieto, parecía dolida, así como de que Gilbert, en un sillón al lado, se nota
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