*—Dominick:
Dominick abrió los ojos con pesadez para luego levantar la mano lentamente y la observó. Allí, justo en el espacio entre su dedo índice y el pulgar, había una ligera marca de dientes, una mordida.
Una huella clara, aunque ya comenzaba a desvanecerse. No era la única. Tenía otras, más abajo, en su clavícula, en su cadera, en la parte interna del muslo… Marcas que hablaban de un deseo desbordado, de un encuentro carnal tan intenso que su cuerpo aún temblaba al recordarlo.
Así como él había marcado a Callum, Callum también había dejado su huella en él. Físicamente. Sensorialmente. Mentalmente, pero Dominick lo sabía. La marca que él había dejado en Callum iba más allá de lo físico, una que traería consecuencias y muy graves.
El hecho de que un alfa perdiera el control durante su Rut no era raro. Era algo biológico, animal. Sucedía, pero qué sucediera con un beta, y que además hubiera una liberación descontrolada de feromonas, un anudamiento y una mordida al mismo tiem