Subtítulo:
“A veces, lo desconocido no asusta… solo se siente como algo que ya vive dentro de ti.”
El amanecer se coló por las cortinas con una suavidad inesperada. Ariadna abrió los ojos lentamente, sin recordar en qué momento se había quedado dormida. Kael respiraba profundamente a su lado, con un brazo aún apoyado sobre su cintura, cálido, protector.
Por primera vez en mucho tiempo, no tenía pesadillas.
Pero sí… algo más.
Una sensación extraña.
Una presión leve en el bajo vientre, como si algo se estuviera reacomodando en su interior.
Se sentó en la cama y cerró los ojos. Su respiración estaba bien. Su pulso, tranquilo. Pero algo… latía. Algo que no era suyo.
—¿Naira? —susurró mentalmente.
La loba no respondió de inmediato, pero su energía estaba diferente. Como si se hubiera envuelto en un manto suave. No rugía, no saltaba, no se quejaba. Solo… esperaba.
Ariadna bajó los pies y caminó hacia el baño. Se lavó el rostro y se observó detenidamente en el espejo. Sus mejillas estaban m