Subtítulo:
“Algunas cuchillas no hacen ruido cuando se hunden… solo dejan cicatrices profundas.”
La noche cayó sobre el refugio como una advertencia. El bosque ya no cantaba. No había grillos, ni aves nocturnas, ni siquiera el susurro de las hojas al viento. Era un silencio espeso, como si la naturaleza supiera que algo oscuro se avecinaba.
Kael caminaba por el pasillo central con los sentidos encendidos. Había mandado duplicar los turnos de vigilancia, cerrar cada acceso y mover a los más jóvenes al nivel subterráneo. Nadie debía salir sin su aprobación. Nadie debía entrar sin pasar por él.
Pero incluso con todas esas medidas, había algo que no podía controlar: la traición interna.
Jack lo alcanzó a mitad del corredor.
—Descubrimos algo —dijo, bajando la voz.
Kael se detuvo en seco.
—¿Dónde?
—En la torre sur. Uno de los guardias tenía un sello de Marcus grabado en el antebrazo, oculto bajo la piel. Usaba una tinta especial que solo se activa con calor.
Kael sintió que la rabia lo su