Subtítulo:
“No se necesita una guerra para romper un reino… basta con una traición silenciosa.”
Kael caminaba en círculos frente a la mesa del consejo. Los líderes de los cinco grupos internos del refugio lo observaban en silencio, expectantes. El aire era denso, cargado de tensión. El Alfa había regresado con noticias inquietantes, y todos lo sabían.
Aún llevaba en la piel la energía oscura de lo que vio en la frontera: las marcas de sangre, el olor metálico, el desafío directo. No había duda. Marcus había cruzado una línea.
—No son señales vacías —dijo finalmente, con voz grave—. Esta vez no amenaza… esta vez avisa.
Ulric, el consejero más antiguo, cruzó las manos sobre la mesa.
—Lo sabíamos, Kael. Era solo cuestión de tiempo.
Kael golpeó la superficie de madera con el puño cerrado.
—¡Y por eso debimos haber reforzado las líneas cuando empezaron los primeros indicios! ¡No después de que él deje su firma en nuestra tierra!
—Ya lo estamos haciendo —intervino Jack, firme—. He desplaza