Sofía se giró lentamente, esbozando una sonrisa profesional. Intentó pasar desapercibida ante Charlotte.
—Disculpe, señora. ¿Nos conocemos?
Charlotte la miró en silencio. No caía fácilmente en juegos.
—No juegues conmigo, Sofía. Aunque cambies el color del cabello, los ojos, y te escondas detrás de un uniforme barato… sigues siendo tú. La misma mujer que fingió estar ciega para manipular a Paolo.
Sofía la sostuvo la mirada, sin permitir que el temblor le llegara al rostro.
—Ya no soy esa mujer. Y este no es lugar para ajustar cuentas, Charlotte.
—¿Entonces qué haces aquí? —preguntó Charlotte, cruzándose de brazos.
—¿Trabajas de verdad… o estás husmeando?
Sofía dio un paso hacia ella.
—No es asunto suyo Charlotte. Pego dime... Lograste meterte en la cama de Claudio Marccetti. Por lo menos yo si logré retener a solo por mucho tiempo. ¿Y tú?
Charlotte entrecerró los ojos, escrutándola con desprecio.
—No es tu asunto, además Claudio está de viaje h pronto volverá, estamos en contacto con