Un Salvatore ha caído.
El vampiro quería la rendición de los lobos, que se dejaran usar para alimentarlos, que fueran sus sirvientes, hacerles creer que sobrevivirían para después irnos desechando, y matarlos uno por uno.
Los valientes lobos gruñían a los enemigos. Los habían interrumpido en lo que hacían, llegando de sorpresa a atacarlos, pero eso no les iba a impedir recibirlos con ferocidad. Ellos estaban siempre listos para la batalla. — El imponente Alfa Salvatore
— ¡Pónganse de rodillas licántropos insignificantes!
— Mis hermanos no se van a arrodillar ante ti, ni ante tu asesino rey, ya que has venido aquí en busca de pelea y muerte, entonces eso es lo que vas a encontrar. — El imponente Alfa Salvatore se abría paso entre los lobos, su aura era poderosa, su mirada penetrante. Él no se veía intimidado.
— ¿Entonces eres tú? El rey de reyes de los Licántropos... Se dice que no ha habido Alfa más poderoso que tu, es una lastima que tengas que morir, y contigo todos estos lobos, y después toda