Dentro de la habitación, Alejandra sentía un ligero ardor en el cuello muy cerca de la nuca, su marca estaba despertando, y eso era porque su Alfa estaba muy cerca.
— Rayos, todos mis instintos me gritan que necesitan a Leonardo... Me cuesta tanto resistirme a su presencia. ¡Ese bastardo infiel sigue siendo mi compañero destinado y mi cuerpo quiere ceder a él!
Alejandra no podía quedarse más tiempo encerrada, salió a caminar un poco, pero esta vez lo haría con más cuidado, no deseaba que sucediera lo de la última vez.
Ale caminaba por el jardín delantero, de vez en cuando se detenía a aspirar el aroma de una rosa, ella parecía una más entre tanta creación de la naturaleza.
— Te he estado buscando.
La voz del Alfa llegó hasta los oídos de la hermosa loba de cabellos color chocolate.
Ale fue volteando poco a poco hasta ver de frente a su antiguo compañero. Ella sacó fuerzas de su interior para hablarle.
— ¿Para qué me buscas? Creo que entre nosotros no hay mucho de