Sal en la herida.

Caminando con tacones altos y un vestido ajustado a su sensual figura, la beta Esmeralda llegaba contoneandose hasta los esposos.

— Leonardo, vine aquí porque es sabido que en el banquete que se dará está noche, todos los Alfas deben de estar acompañados, y quise venir para ser tu pareja, ya que...

La beta se quedó en silencio por unos momentos, la figura del Alfa no le había dado vista hacia la loba con la que conversaba, cuando la vió, el color se le fue del rostro.

— ¿Qué pasa beta? ¿Acaso viste a un fantasma?

— Alejandra... ¿Qué estás haciendo aquí? Estuviste perdida por años, ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Vas a reclamar tu puesto de luna? ¡Vas a perder el tiempo, Leonardo no te perdonará el que lo hayas abandonado!

— Pero mira nada más quien está aquí, si es la amante de mi Alfa en persona. Te diré que lo que haga o deje de hacer es solamente asunto mío, no te debo explicaciones ni a ti, ni a nadie. Ahora iré a buscar a mi prometido, que tengan un buen día.

La luna
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