Stefano Drakal tiene a una de las lunas.
El campamento era un caos total, los Alfas peleaban con más ímpetu, sus luna estaban ahí, deseaban poder vencer al enemigo para salvar sus vidas. Pero no era tan sencillo, y eso lo sabían.
— Cuñadas, ya escucharon a sus Alfas, deben quedarse aquí detrás de este árbol y no salir para nada...
— Está bien Petya, tampoco es como si fuéramos unas lunas inconscientes, solo... Voy a revisar a esos Alfas que están heridos de aquí cerca, quizás pueda ayudarlos, y así podrán ir a ayudar a Leonardo a la batalla...
— ¿Qué...? ¡Por supuesto que no, no irás allá cuñada, es muy peligroso!
Pero Alejandra ya estaba entre los Alfas caídos sanandolos.
— Petya, no vas a poder detener a Alejandra, no te olvides que ella es la reina luna y que siente la responsabilidad de nuestra especie sobre sus hombros.
— ¡No... no... no, esa explicación no le va a importar a Leonardo, él me va a sacar las tripas si su luna es heridas! Ahhhsss, iré a por ella, ya vuelvo, no se muevan de aquí. Ya no me