Los hermanos Salvatore han llegado.
Joshino estaba pálido, clavado en su sitio, podía ver cómo la loba que amaba se desmayaba ante su ojos, ella no pudo seguir soportando el dolor y cayó en la inconsciencia.
— Princesa, hablame... No cierres los ojos, Aleska mi amor, no me dejes. Yo no podría vivir sin ti, eso lo sabes, ¿Cierto?
— Déjala que muera, se lo merece por querer arrebatarme tu amor, disfrutaré de su funeral, hasta le llevaré una corona de flores.
— Cállate maldita elfa desquiciada, dale gracias a ti dios que no me pueda mover ahora mismo, porque de lo contrario yo mismo te mataba, Pero no te relajes tanto, seguro que los hermanos Salvatore te van a buscar muy pronto.
— Pues no les tengo miedo, los voy a estar esperando. Ya les demostré de lo que soy capaz. Te estaré esperando amorcito, una vez que el cuerpo de esa loba se enfríe, vas a necesitar mi calor.
La elfa salió por fin de la habitación, en su maquiavélico rostro, llevaba una sonrisa, ella no ganó limpiamente, pero había logrado hacerle dem