Baja de esa carreta loba.
La loba lloró y suplicó para que el Alfa cambiara de opinión, trato de recordarle lo bien que la pasaban juntos, su romance de juventud, pero el permaneció inmutable. No hubo manera de que esta vez le conmovieran sus lágrimas de cocodrilo.
— No te entiendo Leonardo, tu me querías tanto, yo era tu loba consentida, y ahora me haces a un lado como si no significara nada para ti, es tan injusto. Sabes lo mucho que te he amado y lo mucho que significas para mí.
— Te aprecio Esmeralda, pero ahora tengo una compañera e hijos, tu no tienes cabida en mi vida, por culpa de mi amistad contigo, he perdido mucho más de lo que debía. He lastimado a mi luna y hasta la vida de mi cachorro, tu cercanía me ha costado demasiado y ya no estoy dispuesto a permitirlo.
— Leonardo, ¿No lo recuerdas? Tú has sido mi primer hombre, me entregué a tí sin reservas. Pero hora tu me deshechas como si fuera una basura que ya no te sirve. Eres tan cruel.
— Soy un alfa emparejado, eso e lo que tú no has que