Capitulo 2
~Elena~

—¡Seth! ¡Auxilio!

Aquel grito se llevó consigo el silencio de la mañana.

Seth y yo estábamos en la entrada de Crestacielo, el lugar sagrado, a punto de subir, pero ese grito de ayuda hizo que Seth se pusiera tenso.

—¿Joanna? —dijo, volteando a mirar.

Una mujer lobo, con el cabello desordenado, corrió hacia nosotros, era Melissa, la segunda al mando después de Joanna.

—¡Alfa! ¡Es terrible! ¡La señorita Joanna está muy mal! ¡Su lobo está a punto de perder el control! —gritó Melissa, con lágrimas en los ojos—. No pudo soportar la noticia de que escogiste a una humana como pareja, y ya no pudo más.

La expresión de Seth cambió por completo.

—¿Dónde está?

—En el territorio de la familia…

Seth no me miró, solo salió corriendo. Dio tres zancadas, y sin voltearse, dijo:

—Espérame aquí.

Dicho esto, se marchó, desapareciendo entre los árboles.

Me quedé ahí parada y sonreí con tristeza. Como siempre en aquellos diez años, Seth estaba poniendo a Joanna por encima de mí.

Regresé a mi cuarto temporal y saqué las cosas que tenía escondidas bajo la almohada: una identificación falsa y el boleto de autobús para irme lo más lejos posible de la manada. El bus salía a las ocho de la noche, rumbo a un pueblo costero que se encontraba a ochocientos kilómetros de allí.

Mientras observaba aquello, cayó un pequeño papel que estaba debajo del ticket:

«Confirmado, asiento junto a la ventana. Que tengas un buen viaje, Elena.»

Lo había escrito el Viejo Chamán.

Él sabía que me iba. Siempre lo sabía todo.

Trate de calmarme. Ya era hora de enfrentar lo más difícil.

El ambiente en el Salón del Consejo de Ancianos era muy tenso. Estaba frente a los papás de Seth, quienes me observaban con frialdad.

—Querías hablar en privado con nosotros. Así que… ¿qué es lo que quieres? —preguntó el ex-Alfa.

—Vine a despedirme —le respondí mirándolo a los ojos—. Hoy me voy del territorio y no voy a regresar más.

La madre de Seth se burló:

—¿Por fin entendiste cuál es tu lugar? ¿De verdad piensas que la Ceremonia de Separación es tan fácil?

—No vengo a hablar de esa ceremonia —dije y suspiré—. Vengo a advertirles algo.

—¿Advertirnos? —respondieron al unísono, frunciendo el ceño.

—La Diosa de la Luna me mostró en un sueño algo terrible —dije en un tono serio—. Si obligan a Seth a seguir conmigo, dentro de diez años él morirá en una pelea sangrienta.

Sentí el ambiente más tenso.

—¿De qué demonios estás hablando? —rugió el padre de Seth.

—Él va a morir por salvarme —dije,con el dolor vibrando en mi voz—. Los de la manada Colmillo de Sangre van a atacarnos con bombas de plata —añadí y toqué mi pecho—. Esas bombas le destrozarán por dentro, y él morirá sintiendo mucho dolor.

Di tantos detalles que el padre de Seth ya no se veía tan molesto, sino más bien sorprendido.

—No sé si ustedes creen en sueños así, pero yo no me voy a arriesgar —seguí diciendo—. Dejen que Seth y Joanna estén juntos. Yo ya preparé una Ceremonia de Bendición de Alianza, no una de Separación. Así, aunque no sean compañeros destinados, van a poder hacer una alianza muy fuerte.

La ex-Luna, la madre de Seth, apretó la mano de su esposo, algo nerviosa.

—Esto… no podemos ignorarlo.

—¿A dónde vas a ir? —preguntó el ex-Alfa.

—Lo más lejos posible —le contesté con una sonrisa triste—. Dejen que Seth se olvide de mí, de esta simple humana.

Salí del Salón del Consejo y sentí como si por fin pudiera respirar.

El segundo pendiente:

«Arrepentirse de no haber desafiado a los ancianos».

Ahora lo había cumplido.

Al caer la noche, fui sola a Crestacielo. La luna apenas había salido y su luz plateada lo iluminaba todo.

Ya era la hora en la que Seth y yo habíamos quedado de encontrarnos, pero yo ya sabía que no iba a venir, seguramente seguía cuidando a Joanna.

—Muy bonito… —susurré, viendo la magnífica aurora frente a mí—. Por lo menos, ahora puedo verla con mis propios ojos.

—Me traicionaste —dijo una voz espeluznante detrás de mí.

Me giré de inmediato para ver quién era y me encontré con Seth allí parado, con los ojos llenos de rabia, emanando una energía tan intensa que me hizo estremecer, con sus ojos dorados brillando intensamente bajo la luna.

—¿Qué fue lo que le dijiste a los Ancianos? —me preguntó, acercándose—. De repente dejaron de presionar a la familia de Joanna y aceptaron la Bendición de Alianza.

Me hice un poco para atrás.

—Solo les dije la verdad…

—¡Mentira! —gritó—. ¿Sabes cómo está Joanna? ¡Estaba tan desesperada que usó Magia Devoradora de Alma! ¡Eso está prohibido!

Abrí los ojos por la sorpresa. ¿Magia Devoradora de Alma? Esa magia negra podía acabar con el alma de quien la usara.

—¿Por qué haría algo así?

—¡Por tu culpa! —gritó Seth con rabia—. ¡Y ahora gracias a todas las estupideces que les dijiste a los ancianos, Joanna perdió toda esperanza! ¡Cree que nunca podrá tenerme!

Me congelé. Nada de esto tenía sentido. Si habían aceptado la Bendición de Alianza, Joanna debería estar feliz. ¿Por qué haría algo tan estúpido?

Seth, de la rabia que sentía, le pegó un puñetazo a una piedra que había cerca, tan fuerte que se oyó un crujido.

—Si a Joanna le pasa algo, te juro que me las vas a pagar.

Con la luna iluminándonos, su mirada era como una navaja que me atravesaba el corazón.

—Dime… —avanzó hasta quedar tan cerca a mí que sentía su respiración—, ¿cómo la salvamos?

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