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3 El Precio de la Coartada

El portazo de su apartamento resonó con estridencia, y Elara se desplomó contra la pesada puerta, deslizándose al mármol helado.

— ¡Por fin me he librado del exasperante de Alejandro! — El alivio fue un eco débil. El verdadero caos rugía en su mente.

— ¡Juré venganza! — Golpeó el piso. La furia se quebró en la duda — ¡¿Por qué Dante Montaño no es el monstruo que yo esperaba?!

El pulso le latía desbocado solo de recordar su mano cálida y fuerte en su cintura. Él se había revelado como una fuerza oscura, sí, pero innegablemente deseable. Elara cojeó hacia el baño, necesitaba limpiar la traición de su propio cuerpo bajo un chorro de agua helada, pero el frío brutal no extinguió el calor que él había despertado.

— ¡No! — siseó — ¡No voy a perder esta Vendetta por culpa de cómo se vea el imbécil! — mientras tallaba su piel con el jabón, intentando borrar el recuerdo de su mano.

— Cualquier deseo que Montaño despierte en mí es una traición a mi padre — murmuró, aferrándose a su venganza.

Ella era Elara De Luca, la vengadora. Él era Dante Montaño, el hombre que siempre salía ileso. Cuatro años de investigación, confirmados por Lorenzo, su segundo al mando. Dante, el CEO adoptado, siempre salía limpio de cualquier acusación.

— ¡Al desgraciado siempre le retiran los cargos! Pero esta vez, no permitiré que se salga con la suya.

Su ingreso al conglomerado con la identidad de Lyra Rossi había sido rápido, pero marcado por la advertencia fría de su tío, Vincenzo De Luca.

— Dante es peligroso e implacable, bambina. No pierdas el control, ¡Los Montaño nunca juegan limpio!

Elara, saliendo de la ducha, sintió la ironía. Vincenzo la había advertido de Dante, pero había sido ella quien había perdido el control... no en el plan, sino en la atracción inesperada.

El reflejo que le devolvió el espejo fue una Lyra Rossi, con ojos de hielo.

— ¡El juramento es más fuerte que cualquier chispa!

Tomó su teléfono y le escribió a Sofía, su hacker.

— Sofía, necesito que rastrees cada movimiento de Dante Montaño.

— ¿Estás segura, Lyra?

— Ya no tengo opción, ahora soy su coartada. Él vendrá por mí, y yo usaré toda la información que tenga para destruirlo.

La cercanía forzada con el mafioso le daba acceso, pero también la exponía al fuego.

Un momento después, su móvil vibró, era Sofía con una avalancha de noticias.

« Alerta roja, Dante Montaño está vinculado a un asesinato en el Palazzo Parigi. »

Elara leyó los titulares a la velocidad de la luz. Dante era el principal sospechoso, pero su coartada clave era el fiscal Alejandro Marchesi.

— ...el Fiscal Jefe Alejandro se convirtió en su coartada improvisada… — decía la prensa.

— ...especulación desatada sobre la identidad de la misteriosa mujer con la que el multimillonario Dante Montaño ha sido visto. ¿Será ella la clave de este misterioso asesinato? ¿Y qué relación guarda con Alejandro Marchesi?

Elara maldijo, las noticias lo habían enredado todo. Ahora, Dante necesitaba una coartada incuestionable.

— ¡Ojalá que este estúpido no haga lo que yo estoy pensando…! Seguro usará como justificación que estamos comprometidos para casarnos.

Mientras tanto, en la oficina del Fiscal, el jefe de Alejandro golpeó el escritorio.

— ¡Inepto! ¡Perdimos la oportunidad!

— ¡Era inocente de este crimen en particular! — gritó.

— ¡No importa! ¡Es culpable de cien más! Perdimos la captura por tu estúpido lío de faldas, Alejandro. ¡¿Competencia con Montaño por una mujer!? ¡Estás ciego!

A Alejandro lo recorrió un escalofrío, y se sintió humillado y furioso. Él usaría todo su poder para arreglar este problema.

Después de haber sido reprendido, llamó al causante de todos sus males.

— ¡Montaño! — rugió Alejandro, sin esperar un saludo — ¡Te juro que haré todo lo que esté en mi mano para hundirte en la cárcel!

— ¿Qué quieres, Fiscal? — La voz de Dante sonó helada. Todo el día había tenido que dar explicaciones.

— ¡Limpia su reputación! — El cambio de tono fue brutal, de la rabia a la posesión enfermiza — ¡Lyra es dulce e inocente! ¡Ella no puede estar involucrada con un mafioso como tú!

— ¡Déjate de tonterías, Alejandro! Tú solo la quieres como un trofeo. Pero te diré algo, ¡Lyra Rossi será mía! ¡Yo la convertiré en mi esposa! — Dante cortó la llamada.

Y con la cabeza caliente, Dante entró en los mensajes y sin pensarlo mucho, le envió a Lyra el emoji de un anillo.

— ¡Idiota! — Elara tomó aire. Él vendría a exigir, estaba segura.

De repente, su línea privada sonó. Era Lorenzo, usando el canal de emergencia que solo se activaba ante el peligro. La voz de su segundo fue un susurro ronco, apenas audible.

— Lyra... tenemos un problema, la vigilancia de Montaño ha capturado algo.

— ¿Qué? ¡Habla claro!

— Es la seguridad de Dante, detectaron un equipo de vigilancia pesada, en la propiedad vecina...

Elara sintió un nudo en el estómago.

— ¿Quién?

— Es Alejandro, alquiló la propiedad. Su gente acaba de confirmar que tiene la vista puesta en la suite principal de Montaño, está siguiendo todos sus pasos.

Elara se quedó muda, Alejandro no solo estaba celoso, estaba obsesionado. Su vida y la de Dante ahora estaban comprometidas. La infiltración que había planeado se había convertido en una trampa de vida o muerte.

El siguiente mensaje de Montaño, después del emoji, había sido.

— Mí querida Lyra Rossi, te tengo una propuesta irrefutable. Te espero en el Palazzo Montaño.

Elara miró el emoji de anillo en su teléfono, y su sonrisa helada regresó. Ella entraría en el círculo íntimo de Dante para apuñalarlo, la urgencia que se presentaba ahora era la excusa perfecta.

La última comunicación que recibió Elara fue de Sofía, era un video de corta duración.

Dos hombres de la seguridad de Dante, y uno le susurraba al otro, mirando la ventana de la propiedad vecina.

— ... El jefe sabe que Alejandro la está mirando, por eso el apuro...

— ¿Crees que la usará solo por eso?

— ¡Claro! Es la coartada perfecta, pero, ¿y si es verdad? — El hombre se rio con cinismo.

Elara frunció el ceño.

La cámara hizo un zoom y la imagen se congeló en el rostro de uno de los guardias.

— Lo que dicen es que esta mujer... Lyra Rossi... no está tan libre de culpas como parece. Se rumora que ha estado trabajando para Vincenzo De Luca...

Elara sintió que el aire se le escapaba. La gente de Dante estaba a punto de conocer su doble juego. ¿Ya habrían descubierto toda la verdad?

— ¡Tío Vincenzo, será mejor que no me traiciones! ¡Esto solo lo hago por mi padre!

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