Habían pasado cerca de dos semanas. Triana, luego de la visita de Rachel, estaba totalmente alerta, esperando el momento de su final.
Rachel Blaine, lo había dicho, se encargaría de hacerle la vida miserable.
Era por ello que Triana esperaba pacientemente a que en la noche alguien llegara y acabara con su vida, a que la comida que recibía (aquella que al principio había dudado en comer por miedo a que estuviera envenenada) terminara con ella.
Pero no había sucedido nada.
Rachel Blaine no era más que una mentirosa y aquello molestaba un poco a Triana.
El hecho de que aquella mujer hubiese jugado con la poca cordura que le quedaba, le parecía demasiado cruel, incluso para ella.
—Triana Ayesa… ha llegado tu orden de traslado. Es hora de marcharte de este lugar…
La sorpresa de Triana fue demasiada.
¿Traslado? ¿A dónde la llevarían? Ella no había sido sometida a ningún tipo de juicio, incluso no había llegado abogado alguno a hablar con ella.
Había sido encerrada en aquel lugar para volver