Rachel golpeaba el volante con una pequeña sutileza, parecía de alguna manera divertida con la situación, mientras Orión Blaine, que estaba en el asiento del copiloto del auto, mostraba un gesto totalmente molesto.
Él se lo había dicho claramente, no era buena idea lo que estaba haciendo, pues el riesgo de tener a un demente en la calle era más que suficiente, como para que ella soltara a otro.
Su hermana, sin duda, se había vuelto loca.
Según ella, había decidido acabar con todo de una buena vez y que tenía lo que a aquellos hombres les faltaba para actuar en defensa.
—Espero que cuando Alaric se entere de esta situación, se lo tome tan bien como tú lo estás haciendo —Rachel observó hacia Orión, alejó su mirada de la pantalla de su teléfono, aquel lugar que mostraba el seguimiento paso a paso de lo que sucedía con Triana Ayesa.
—No te asustes, yo lo manejaré… —El tono despreocupado de Rachel molestó aún más a Orión, aquel que frunció el ceño y pareció frustrado ante la tranquilidad d