Luego de que Martín terminara de acompañar a Clara en la toma de medidas y servirle como un referente para los trajes de Miguel, él se marchó asegurándose de llevar todas las cosas de Sofía y ponerlas en un lugar seguro.
No pasó mucho luego de que todo terminara, que Miguel finalmente regresó a casa. Apenas abrió la puerta, sintió el gran vacío que había alrededor; faltaban algunos cuadros y decoraciones, incluyendo un cuadro que Sofía llegó a pintar.
—¡Mi amor! Llegaste —saludó Clara acercándose a él y besando su mejilla, como si nada hubiera pasado, como si todo estuviera encajando donde debería.
Miguel la abrazó con suavidad, cuidando de no dañarla; sin embargo, aunque debería estar feliz por ser recibido por la mujer que amaba, terminó pensando en las cosas de Sofía que hacían falta.
—¿Por qué la casa se ve tan… vacía? —indagó en un tono bastante escéptico, observando alrededor y, finalmente, el rostro de Clara.
—Hice una limpieza —aclaró de manera casual, sin alejarse de sus braz