RABIA DESCONTROLADA.
Fernando salió del concurso con las manos temblorosas de ira. Gracia solo quería verlo destruido, vengarse por todo lo que él le hizo. No podía quitarse de la cabeza el momento exacto en que ella le dijo que estaba embarazada. Un nudo le apretaba el estómago, como si las palabras de Gracia siguieran retumbando dentro de él.
—¡Maldita sea! ¡No puede ser cierto lo que me dijo! ¡No! —gruñía mientras conducía a toda velocidad por la autopista.
Mariana estaba hospedada con él en un hotel a las afueras de la ciudad. Pese a las advertencias de Maximilien, Fernando no había podido marcharse. No ahora, no con sus negocios tambaleándose por culpa de Gracia.
Apenas estacionó el auto, subió directo a la habitación. Mariana estaba sentada en la cama, amamantando al bebé, pero Fernando no se detuvo. Se acercó como un huracán, la sujetó del cabello y le levantó la cabeza con brusquedad.
—Necesito que me digas toda la verdad, Mariana.
Ella reaccionó de inmediato, abrazando con fuerza al niño. Sus ojo